Un diagnóstico que realizó un grupo de investigadores de las universidades de los Andes, del Rosario y la Organización Rand Corporatión, contratado por la Fundación Compartir, llegó a la conclusión que “la calidad docente contribuye más que cualquier otro factor escolar a explicar el desempeño estudiantil”. O sea, que con una buena calidad del docente se dispararía el nivel educativo en Colombia. Luego la política de calidad debe estar dirigida en forma prioritaria a la formación de quienes dictan las clases, asunto que es casualmente al que el Estado menos atención le presta.

El estudio enfatiza en lo que se ha venido repitiendo: a los bachilleres no les apetece estudiar para maestros pues los salarios son los peores de todas las profesiones y por ello, solo los alumnos sin otra alternativa aterrizan de maestros; las becas que se dan se cuentan con los dedos de las manos; las competencias en escritura, razonamiento cuantitativo y competencias ciudadanas de los graduados en formación docente son inferiores a las de otras carreras; los maestros que ocupan una plaza en los colegios tienen un nivel formativo mediocre. 

Yo agregaría que el Estado no promueve la formación docente y esta depende de las condiciones económicas que tenga el docente para costearse un posgrado que lo lleve a ascender en el escalafón; el maestro solo cumple con su asignación académica sin aceptar responsabilidades extras de ninguna clase; la pérdida de clases por factores externos es bienvenida; las investigaciones y estudios pedagógicos es asunto de muy pocos; la clase tradicional con muy poco interés para el estudiante, es la norma. En fin el Estado ha venido creado un maestro acorde con la desidia como él trata a los maestros: malos salarios, desconocimiento de derechos, atraso regular en los pagos de diferentes estipendios, ninguna formación de posgrado, etc.

Para lograr lo que se busca: la calidad del profesor, el estudio propone algunas estrategias. Primero, hay que formar mejores maestros, elevando la calidad de los programas de pedagogía (subsidios a las universidades y exigencias en su acreditación). Segundo, reclutando a los mejores bachilleres para estudiar la carrera de maestro (ofrecer becas condonables y elevar los requisitos para entrar al magisterio). Tercero, evaluación de docentes y formación continua (programas de acompañamiento a maestros novatos y concursos de becas condonables para maestrías y doctorados). Cuarto, subirles el sueldo a los maestros para equipararlos con los de otras profesiones.

Lástima que todos estos estudios queden en letra muerta, pues estos gobiernos neoliberales  solo están interesados en poner pañitos de agua tibia y no en emprender una verdadera reforma educativa que priorice la calidad del profesor en forma paralela a su mejoramiento salarial, prestacional y laboral.Dice el estudio que si Colombia invirtiera el 10 % del presupuesto de defensa en formar mejores maestros, el país subiría 30 puestos en las pruebas Pisa y lograría un incremento del PIB del 6 al 12 % en 2050, puesto que un maestro bueno representa un retorno social en valor presente neto de US$4000.000 por grupo de alumnos. Lo anterior indica que la inversión en educación es mucho más rentable que la que se hace en minería o en construcción.

Escrito por  Adolfo Andrés Tirado Hernández

Fuente: elmeridianodesucre.com.co

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