Educación y Filosofía

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Hace más de un par de años me tomó por asalto una quietud que, a la fecha, confieso no haberle encontrado una respuesta satisfactoria: ¿por qué en Neiva no se ha logrado fortalecer una óptima recepción de la filosofía? Muy seguramente sonará descabellado este cuestionamiento o que, en palabras de un estimado profesor del que me enorgullezco ser su estudiante, “es una quimera que sólo en mentes idealistas reposa si cesar”. Aunque muy respetable el escepticismo frente a dicha inquietud, pienso que el meollo va más allá de ser una “simple nebulosa difícil de alcanzar”. Hemos de partir diciendo que en Neiva, como quizá en muchas ciudades de Colombia, hay una evidente condición servilista de la educación al sistema de producción del país. El modelo de competencias que impera en nuestro sistema educativo sólo responde a las exigencias culturales en las cuales estamos inmersos.

Pero quizás se les olvida que para acceder a estas carreras que den plata, la dimensión técnica de la vida del estudiante ha de estar más que preparados: deben de estar adiestrados. ¿Adiestrados para qué? Para procesar cosas, pero no para transformar seres.

Y es precisamente el “olvido del ser” del que habla Martín Heidegger, uno de los principales filósofos del siglo pasado, es lo que está padeciendo nuestra educación que a través de una pedagogía mecanicista y cuantitativa se le ha retraído el ser. Pero, ¿Cuál ser? Cuando hablamos de ser nos referimos al sentido de la vida. Los muchachos en este si nos dan una buena lección. Si les preguntamos las razones por las que actúan de aquella manera o de la otra, la respuesta es corta, contundente y profunda: “porque quiero”. He ahí el meollo del asunto. En Colombia no siempre se estudia lo que se quiere, sino lo que se puede. Para llegar a una carrera que “dé plata” no sólo se requiere querer, también se necesita “poder”. Es bien sabido que muchos estudiantes han logrado el equilibrio entre el poder y el querer; lo ideal sería que no fuera un evento extraordinario.

Hace algunos días leía que un grupo de intelectuales europeos estimaban que “las humanidades estarían dentro de lo que sería una especie en vía de extinción”. Y parece ser que en Colombia vamos para allá. Vale preguntarnos, ¿cómo está la formación filosófica universitaria en la ciudad de Neiva? ¿Será que seguiremos confundiendo filosofía con nociones epistemológicas? ¿Qué pasaría si en Neiva comenzáramos a entender la educación como un acto filosófico? Me atrevería a decir que muy posiblemente la educación en Colombia iría más allá de los límites de nuestra propia cultura y podríamos re-significarla. Por ejemplo, re-significar la cultura de estudio, ya no para conseguir plata, sino para humanizar el medio donde con-vivo. Re-significar la cultura de la educación para no preguntarnos: “¿qué pensó Aristóteles?”, sino “¿para qué pensar a Aristóteles hoy?”. Quizá de esta manera la Filosofía no sea tomada como algo des-contextualizada o ajena a la vida.

Fuente: lanacion.com.co

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  • Por: oscar gomez
  • febrero 3, 2014
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  • Colombia,Educación,filosofia,Instituciones,neiva,
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